De Boca en Boca por todo el Mundo

René Vargas Vera Diario la Nación - Buenos Aires, enero 1999


Festín para esnobistas. En plena globalización, en medio del espasmo de la world music y del furor de la mísica étnica, aparecen cuatro jóvenes cantantes que no vienen de las islas Kuriles, ni de Burundi, ni de Kinasha, Yohoma, Birmania, Yakarta, Macao, Tanzania, Srebrenica, Kirguistán, ni tampoco de una lejana reserva de indios sioux.

Ellas llegan de Córdoba, capital de la provincia meridional de la República Argentina, donde no hay folklore. Y el escaso que circula es el de unos sentimentales y morbidos valsecitos que supieron cantar -arrobados y llorosos- Los del Suquía.

Es pertinente entonces que estas veinteañeras beldades cordobesas miren, como el resto de sus colegas músicos, hacia los cuatro puntos cardinales en busca de música para probar, interpretar y cultivar. A su modo, por cierto. No nos engañemos.

Y no se les ocurrió otra cosa que menear música de los más apartados, oscuros y exóticos rincones del universo. Tan ecuménicas, tan mundiales son las chicas de Córdoba que, en tren de sacudir ancestros, hasta han perdido la célebre tonada cordobesa.

Lo exótico -lo extranjero- ha sido recibido auí con grandes aplausos, empezando por los de un público inclaudicable de fanáticos (!?).

Las cordobesas hurgaron tanto en músicas folklóricas y tribales de Brasil, Venezuela y Colombia, como de Zimbabwe, Bulgaria, Nueva Caledonia, Mali y de las de origen sefardí.

¿Cómo desentrañar la legitimidad de esto que se ha dado en llamar "versión etnográfica"? Es atinado pensar en versiones de música indígena, música nacida como rito sagrado y privativo de sus comunidades? Qué oyente está capacitado para discernir la fidelidad a músicas originales tan alejadas del mundanal ruido y del negocio discográfico?

Habrá que suponer que estas chicas cordobesas van en camino de emular al fenomenal grupo francés Zap Mama, o al increíble gripo cubano Sampling, o de cosechar los frutos de una respetuosa recopilación, como la de Bob Haddad en sus discos "Music of the World".

Por lo pronto, las chicas cordobesas son bastante afinadas, logran un buen ensamble vocal (una de las mezzo alcanza sólidas notas de contralto), no abusan de su variada percusión y se mueven con soltura de veteranas, en parlamentoso apelando a la vis cómica meridional.

Ellas suplen la etnomúsica y los trabajos de campo por una buena dosis de histrionismo que les ha permitido conquistar a todo el mundo. Nada difícil en una Buenos Aires cosmopolita. René Vargas Vera. Miércoles 13 de enero de 1999. LA NACION


Otra forma de cantar

Gabriel Senanes Diario Clarín, Buenos Aires . Miércoles 4 de Noviembre de 1998

Son cuatro cordobesas. Terminan de debutar en Buenos Aires. Su repertorio, étnico e incluso tribal, rompe todos los moldes en materia de canto coral.

Debo admitir que me encantó De Boca en Boca, aceptaba con obvia ironía un hincha de River presente en el debut porteño del conjunto femenino cordobés. Y es que los encantos de las cuatro chichís que prolongaron, el fin de semana, las actuaciones de Cecilia Todd en La Trastienda parecen capaces de superar ésa y otras graves antinomias nacionales.

El grupo y su grata combinación de repertorio folclórico universal con un fresco abordaje vocal y percusivo ha irrumpido como una oxigenante sorpresa en el panorama canoro vocal. Sus protagonistas trasladan su desenfado cotidiano al escenario, y veceversa. Parafraseando a Cadícamo, parecen vivir en estado de garufa continua.

Soledad Escudero es rubia y tiene 26 años. "Soy soprano pero ni lírica ni nada. Más bien soy una soprano vaga", bromea sobre su presunta resistencia al trabajo. Marcela Benedetti (31) es mezzosoprano y egresada del Conservatorio Provincial como profesora de canto. Ahora enseña en La Colmena, una institución que ha motorizado buena parte de la vida musical de la capital cordobesa.

Viviana Pozzebón (28) es mezzosoprano y estudió piano desde chica en Los Surgentes, su pueblo natal. "Fui directora nada menos que de la Banda Rítmica de la Escuela General San Martín, la única escuela de mi city", recuerda divertida. "ahora integro una banda de rock, otra de fusión funky-afrolatino y estoy a punto de terminar composición en la Universidad".

Alejandra Tortosa es soprano, tiene 27 años y según sus socias "siempre cantó muy bien". Desde muy chica cantó en pubs. Hoy enseña canto y aprende composición. Por las noches, canta jazz en un hotel.

La historia del grupo es tan sencilla y espontánea como sus integrantes.

· Había una vez cuatro amigas, que nos juntábamos a boludear y cantar encima de discos de Bobby McFerrin o Sarah Vaughan, entre otros mil. Soñábamos hacer algo basado en la voz. En el 95 nos fuimos de vacaciones a Cabo Polonio en Uruguay y llevamos un repertorio por si conseguíamos algún trabajito. Un día se largó a llover y nos refugiamos en un bar donde había negros haciendo candombe. Terminamos cantando y haciendo percusión nosotras, con vasos y botellas. Entonces, los dueños nos invitaron a cantar. Fue nuestra primera actuación profesional: nos pagaron con pizza y cerveza".

· Y les gustó el proyecto y la dieta...

· Habíamos encontrado la veta: voces con tambores y el repertorio folclórico de todo el mundo. Queríamos romper con el canto ortodoxo, porque nos quemamos las pestañas estudiándolo sin llegar a nada. Además, el repertorio étnico y tribal tiene la fuerza emocional de las culturas muy antiguas. Cada región tiene su forma de cantar. O sea que hacemos covers étnicos.

· ¿Cuánto cambia una canción folclórica original en los arreglos suyos?

· Más que arreglos son adaptaciones. Primero sacamos el tema tal cual de los discos, y luego ajustamos detalles y adaptamos la instrumentación. No usamos los roles vocales tradicionales, sino que buscamos sobre todo el empaste tímbrico.

· ¿Qué sentido tiene encarar un repertorio tan ecléctico y cosmopolita?

· Tiene que ver con el juego, con la frescura . Y está la percusión, un elemento muy fuerte. La gente se engancha con lo ancestral de nuestra propuesta, porque mueve lo primordial, como el canto de una madre que le canta al bebé.

. ... y quien no fue madre. (Una acota. Y las cuatro explotan de risa.)

· La percusión está vedada a la mujer. Y queremos romper esa idea machista.

· Además, se diferencian mucho de los habituales grupos vocales argentinos...

· Sí. Porque en general sus arreglos vocales parten del estudio académico y la tradición europea. Nosotras tomamos arreglos sin europeizar. Es otro camino. Porque todos nuestros temas tienen algo en común, más allá de las fronteras.


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