Existe sin duda un sentimiento de culpa general por lo sucedido durante el "Régimen de reorganización nacional" en la gente que se halla hoy con vida, y una carga de responsabilidad con respecto al NO OLVIDO, lo que genera diversas maneras de hacer circular el material, la documentación y los testimonios de la tragedia.
Mediante este material quiero poner a disposición un ejemplo de cómo una generación que hoy ronda los 25 años, que no vivió de modo directo el régimen militar del 76 y en el caso particular de los organizadores de el evento que tampoco tiene relaciones de parentesco ni cercanía con alguna victima pero por sobre todas las cosas tienen conciencia, una conciencia formada por mantenerse lucidos desde sus iniciales formaciones, de no conformarse con descripciones enciclopédicas y de no quedarse quietos, hace circular tal material.
La responsabilidad que cargan las personas de las generación de los '70 es, por sobre todo, para con sus pares, y está directamente relacionada con esa injustificada pero lamentablemente impuesta culpa. La actividad organazada por esta gente de los '90 no es más que otra cara de las tantas que se unen a la anteriormente nombrada responsabilidad del NO OLVIDO, pero con la responsabilidad hacia las generaciones venideras. Es sin duda otra forma de legitimación de la lucha de la generación diezmada por el genocidio.- Lionel Wainsztok

PROCESO DE DESORGANIZACION NACIONAL Prólogo

A la hora de recordar y pensar acerca de lo hecho y deshecho por la dictadura que comenzó con el golpe del 24 de marzo de 1976, no podemos dejar de sostener la mirada sobre el genocidio llevado a cabo. Multiplicado por miles, el horror de la muerte, el secuestro, la desaparición, la tortura, la apropiación de niños y la negación de su identidad, se nos impone, ineludible, como el tema central.
Pero mirando más allá, aparece esta otra violencia que se extendió, silenciosa, hasta alcanzar casi todos los rincones de la vida.
Porque el proyecto de país que se terminó de instalar en el poder con el golpe, necesitaba eliminar todo tipo de organización popular, y para eso recurrió lisa y llanamente a la eliminación física de cualquiera que formara parte o estuviera vinculado de algún modo con esas organizaciones y movimientos políticos, sociales, sindicales, estudiantiles, culturales, religiosos e intelectuales.
Pero también ( y tal vez , sobre todo) necesitaba eliminar la idea de organización de la conciencia colectiva. Y junto con ella, tantas otras: la solidaridad, la cooperación, la política como herramienta válida para cambiar las cosas, la creatividad, el juego libre, la discusión, la diversidad.
La otra cara del destierro de esas ideas (conceptos que movilizan, ideas que invitan a ser practicadas), fue la imposición de otras, que paralizan y aíslan. El miedo a todo y a todos, la desconfianza, el escepticismo, el aislamiento, la pasividad, el conformismo, el encierro en lo privado y el desprecio por lo público, el silencio.
Ese destierro se extendió mucho más allá del fin de la dictadura, profundizándose tal vez. Aunque algunas de aquellas ideas, de a poco, vuelven a asomarse, a rondar entre nosotros, a decirle a los que quieran escucharlas que no nos podemos quedar quietos, solos, callados.
En esta actividad la propuesta es juntarnos a compartir algo “tan simple y complejo” a la vez, como jugar. Y a partir de lo lúdico; construir, decidir, analizar, discutir, ponerse de acuerdo con él otro. Recrear en una pequeña escala los lazos sociales que es necesario recuperar para pensar y hacer una sociedad diferente.

Este texto es el prólogo de la muestra Proceso de desorganización nacional realizada anualmente en el centro Cultural del parque Avellaneda