José Gobello y el Proceso


La aparición del número 50 de Desde Boedo coincide con la evocación de los treinta años del Proceso. El terrorismo de Estado fue la solución final que los iluminados encabezados por Videla llevaron a cabo en treinta mil sacrificios.

Cuatro años atrás –2002– Marcelo Héctor Oliveri publicaba "José Gobello, sus escritos, sus ideas, sus amores", de Ediciones Corregidor. Oliveri dedica seis páginas –120 a 126– a su diálogo con Gobello sobre el general Videla. Resulta interesante observar algunos párrafos:

"¿Cómo conoció al general Videla?
[…] Una tarde, poco después de que Videla se alejara del gobierno, Perina me invitó a acompañarlo al departamento de la avenida Figueroa Alcorta donde, por entonces, vivía quien, en su condición de comandante en jefe del Ejército, designado para ese cargo por la presidenteza Isabel Perón, había sido el número uno de la Junta Militar. […] Casi al final se habló de Precisiones, la revistita verde que yo dirigía […] Quiero decirle, general, que Precisiones está a sus órdenes. […]
¿Lo visitó muchas veces en Magdalena?
Mi amigo Perina me invitó un día a que lo visitáramos juntos. […] Sí, me acuerdo de que al rato llegó Martínez de Hoz, que me dijo: Me alegra verlo en este lugar […]
¿Usted, escribió un libro sobre Videla?
Lo visité algunas otras veces y en una de mis visitas le dije que me habría gustado escribir un libro sobre su personalidad […] De aquel libro, escrito menos por afecto a Videla que por amor a la libertad y a la justicia, sólo conservo algunas carillas sueltas donde luce en interlíneas frecuentes la letra pareja y prolija del general. Cuando mi trabajo estaba concluido y el general visualizaba, como quien dice, la carátula del volumen, le dije: Señor, creo que debemos publicar este libro sin consultar a nadie, porque nos van a marear y despistar las objeciones y las críticas. Yo solamente le voy a dar los originales a Rodríguez Varela, que es su abogado, y a Martínez de Hoz, que es mi amigo.
[…] El libro ¿nunca se publicó?
[…] Resumió (Videla): No lo tome a mal, pero el libro no lo vamos a publicar. Me debo a mis defensores y voy a hacer lo que ellos sugieran. Más adelante, ya veremos. Lo miré entre absorto y desconcertado y le respondí: General, quiero que sepa que yo nunca voy a hacer conscientemente nada que pueda disgustar a usted. El libro no se publicó, […]
No volví a ver al general, aunque cambiábamos cartas y yo seguía con interés las alternativas de su cautiverio. Cuando la Suprema Corte confirmó el fallo de la comisión especial ad hoc, comencé a usar corbata negra y lo hice hasta que se produjo el indulto, […]
Tiempo después me invitaron a dar una charla en el COFAR (Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas). Conté a los asistentes: eran 20 y dos de ellos vestían uniforme militar. A1 fondo de la sala, descubrí, desde mi mesa de conferenciante, al general Videla. Saludé su presencia con palabras que hoy no quiero ver publicadas porque no tengo ganas de verme procesado por apología del delito. Prefiero transmitirlas de boca a oreja con la esperanza de que alguien las repita cuando se recupere en la Argentina la libertad de opinión. Ya de vuelta, le dije al taxista que me llevaba a la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo, donde tenía una reunión: Chofer, por favor, donde vea un farol, pare.[...]
¿Allí finaliza su relación?
Como no soy persona amiga de hacer visitas y tiro más bien a lobo estepario, muy pocas veces vi luego al general Videla. Cuando fue apresado por el juez Marquevich, que lo remitió a la vieja cárcel de Caseros, no lo visité. Luego lo llevaron a su domicilio y me excusé por teléfono: Perdóneme, general, que no lo haya visitado en la cárcel. [...] Me contestó: No se preocupe; perdóneme la pedantería, pero yo sé que aunque no nos veamos siempre estoy en su pensamiento. Y es verdad.
Si tuviera usted que resumir su juicio sobre Videla, ¿cómo lo haría?
Se me hace muy difícil hablar del general Videla porque cada palabra que dijera podría llevarme a la cárcel."
Una joven generación perdida, sepulturas vacías para siem-pre, el uso sistemático de la tortura, Auschwitzs vernáculos radicados en instituciones de la Armada o sobrevolando el Río de la Plata, heridas que no cierran, hijos que se enteran a los veintipico de que sus padres no lo son, impunidades... El largo camino del regreso del horror, como se ve, aún hoy, carece de pavimento.


Mario Bellocchio

Mario Bellocchio+

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