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Una literatura que es mestiza - LázaroCovadlo Publicado en la revista literaria "Quatre Cats", diciembre 1994 "Rajá, turrito, rajá", le dice Ergueta, el farmacéutico, a Erdosain, cuando éste le pide dinero en préstamo. Son personajes del argentino Roberto Arlt (1900-1942), de su admirable novela Los siete locos. ¿Cuántos han leído a Roberto Arlt, fuera de los países del Río de la Plata? ¿Y cuántos le (lo) conocen? ¿Y qué demonios expresa eso de rajá, turrito, rajá? La última edición del diccionario de la RAE, que finalmente ha dado su visto bueno al término «gillipollas», dice que «rajar» significa, entre otras acepciones, acobardarse o volverse atrás, aunque en lunfardo (argot rioplatense equivalente del cheli, el caló, y ciertas jergas carcelarias) debe entenderse como pirarse o ahuecar el ala, pero la RAE no se expide con respecto a «turrito» («turro»): holgazán, pícaro, rufián, o mejor «ma-carra», palabra que tampoco figura en el diccionario de la RAE. ¿Debería Arlt haber escrito "ahueca el ala, golfillo, pírate" para que se lo (le) entendiera en otras regiones del ámbito hispanohablante? ¿o aceptamos que en el contexto de su creación la frase será comprendida por el propio encadenamiento de la trama? ¿Y cuando en La colmena, de Camilo José Cela, se dice que "se meten en cualquier chigre" y "en la habitación arde un chubesqui", habría que poner que "se meten en cualquier mísera taberna o establecimiento que vende sidra al por menor" y "en la habitación arde un recipiente cerrado lleno de agua caliente para calentar el ambiente"? ¿Sería aceptable editorialmente someter los siguientes textos a un editing homogeneizador para consumir fuera de Méjico y Paraguay?: -Mire usted -me dice el arriero, deteniéndose-: ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá... (Juan Rulfo: Pedro Páramo) ...los ex adversarios de Takuary se abrazaron largamente cuitándose en las orejas furtivos mensajes. (Augusto Roa Bastos: Yo el supremo). A propósito, manifiesta el escritor y editor Juan Cruz en un artículo reciente (El difícil abrazo de las literaturas, «EL PAÍS», 26 de noviembre): "...pero parece que va siendo posible ese difícil abrazo de las literaturas latinoamericanas. En ese abrazo, como decía Antonio Muñóz Molina (...) España es una provincia más que ha de contribuir a resolver un malentendido de ida y vuelta, en el que no hay culpables sino víctimas, en el que ni en un lado ni en el otro aceptan las particularidades de las lenguas y es imposible que entiendan que pollera y falda se refieren a la misma cosa y no hay que traducir un término y otro en ningún lugar de nuestras lenguas, porque todo está en el diccionario de todos". Sí señor, y en ese diccionario figura zapallo que en algunos sitios de Latinoamérica es una calabaza, al igual que los guisantes arvejas y las judías blancas porotos o frijoles, y boñato: batata, y aguacate: palta; y durazno, damasco, patilla, frutillas por melocotón, albaricoque, sandía y fresas. ¿Tendremos que aprender todo esto para no morirnos de hambre y sed en el vasto universo de nuestra cultura común, o nomás será suficiente con que abramos nuestros espíritus a una realidad mestiza que a todos nos pertenece? Si fuera así quizá también podamos aceptar que morriña se emparienta con «nostalgia», aunque no sea exactamente lo mismo, y el gallego y el catalán, como idiomas que participan en el crisol de nuestra espaciosa gesta espiritual, nos enriquecen. Porque una lengua y una literatura que están vivas poseen la textura de las esponjas, que absorben y emanan, y no la estructura casi inalterable de los fósiles. © arteUna - Todos los derechos reservados. Registro a la propiedad intelectual N.706.777 |