CésarVargas  
      
      
      
      
      
      ELLAS
       
       
      Narvaja 
        Editor, Córdoba 1995  
       Ilustraciones de Alfredo Gustavo Echevarrieta 
       
      
              Electra
              
                Cuidate del sol y de las nubes,
                de la falta de ozono y del ozono,
                cuídate de la intemperie, amigo,
                Ella anda por las calles
                con su llorante rostro,
                su boca de infinito desconsuelo,
                y si la encuentras,
                si alcanzas a mirarle la mirada
                el cuerpo no te será de piedra ni de carne
                te desintegrarás de amor y de impotencia,
                la lluvia te pudrirá la ropa sobre el cuero
                querrás dormir, morir,
                para olvidarla.
                Mientras Ella sigue por las calles,
                inacabable lágrima,
                herida para siempre por la sombra
                enorme y luminosa
                de su padre muerto.
                
                
                
                Irlanda
                
                Vamos corazón
                que afuera la ciudad es sólo un pozo
                donde agonizan perros y borrachos...
                ¡Cómo arde el frío después de la explosión!
                bájate de la boca corazón
                nadie te sigue
                aunque sigo corriendo enloquecido después de los balazos.
                Ella, ese animal en sangre,
                la de los ojos vegetales,
                marioneta en el aire de todos mis impactos
                zafó de la agonía de su vida.
                Ella yace en su muerte, corazón,
                no me mires las manos
                que huelo a piedra, a pólvora quemada
                que he matado
                que me afilié a la odiosa especie de los hombres.
                
                
                
                Lerida
                
                Alguien mal- dijo mi nombre
                y su substancia
                Aguien dijo mal mi vida
                entre un zumo de azufre y escorpiones
                Alguien ha mal- decido
                mi existencia excomulgada
                Y sin embargo:
                Arzobispo,
                aquí hueles mi sangre,
                Ella se desnuda cada noche,
                el universo cruje con ruido de catástrofe
                y yo soy sólo yo
                sin mis miserias
                clavado en el centro de esa hembra
                mientras la noche gira
                y las estrellas
                fusilan mi ventana
                con envidia. 
       
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