AnahíCáceres

Prólogo Catálogo exposición "El Papel de la rama"

Raúl Santana
Venezuela / Buenos Aires 1993

Supongamos un viajero artísticamente culto que, un buen día, se encuentra ante un yacimiento arqueológico o ante un poblado -de esos que siguen representando a nuestra remota América- plagado de lo que a sus ojos aparecen como obras de arte. Tal vez intente la descripción o configuración de un estética, pueda extraer categorías y hasta desarrollar una excelente reflexión en torno a las formas vistas. Bien. La problemática sobrevendrá cuando el viajero arribe a una encrucijada: esas formas que hoy para él son signos, en su momento no participaron de una estética (la cual un atributo de occidente), sino que tenían en el seno de su comunidad una función simbólica. Y digo problemática porque lo simbólico, que habrá sido muy elocuente: ¿vive o está perdido? No creo que hay respuesta definitiva, pero pienso que vive más cerca del silencio que de la elocuencia.

Así se presenta un enorme territorio físico y humano, no sólo para el viajero de marras, sino también para los habitantes de la otra América: la racional e industriosa que -lejos de rituales y ceremonias enclavados en el corazón del territorio- se despliega por los puertos de nuestro continente.

Acaso porque alguna vez, Anahí Cáceres sintió lo lejano más próximo que lo cercano y a la inversa, emprendió un viaje a Chile para lograr la mayor proximidad con la comunidad Mapuche. Allí, aprendió parcialmente la lengua y abordó la lejanía de lo simbólico, presintiendo en sus formas la posibilidad de una re-significación artística. Aquel fue apenas el comienzo.

Anahí Cáceres crea con fuerza y originalidad una obra que deambula entre las dos Américas, y en su trabajo vuelve una y otra vez a buscar aliento en la singularidad que aún sobrevive en esta región. Papeles hechos a mano, pedazos de ramitas, formas zigzagueantes, signo y símbolos articulados en grabados, pinturas y esculturas, se construyen hoy en verdaderas obras abiertas que instalan al espectador a medio camino entre lo simbólico y lo estético. Como ignotas y ásperas señales de lo otro, la artista pone en circulación un vocabulario que viene a conmover un viejo esquema pues lleva hacia lo universal algo más subyacente aún que lo regional.

Sucede que Anahí sigue debatiéndose entre la aceptación de lo artístico o una práctica que vaya más allá del concepto de obra de arte. Su apertura hacia lo antropológico viene a introducir elementos muy vitales que, al mismo tiempo, le confieren esta actualidad con lo más raigal de nuestro continente. Como la de otros creadores, la obra de Anahí Cáceres configura un magnífico episodio que nos actualiza -con emblemáticas figuras- otra enigmática sílaba de ese enorme capítulo que es la América silente.

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