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Discurso de Luis en la Asamblea Legislativa del 01-012002 (después de la renuncia de Rodríguez Saá)

Sr. Presidente (Maqueda). — Señor diputado Zamora: antes de darle la palabra le recuerdo que esta Presidencia lo llamó tres veces y usted no se encontraba presente.

                A pesar de eso, se le concederá el uso de la palabra.

Sr. diputado Zamora. — Espero que ese acto anticipe mayor elasticidad que la que tuvieron el otro día con mi intervención.

Sr. Presidente (Maqueda). — Va a ser exactamente la misma que tenemos con todos los señores diputados y senadores.

Sr. diputado Pepe. — Menos conmigo.

Sr. diputado Zamora. — Señor presidente: estamos asistiendo a una repetición agravada de lo que ocurrió días atrás, en la anterior Asamblea Legislativa. El resultado —con mecanismos distintos, variados— es que el justicialismo nuevamente usurpa un poder por el que no peleó en las calles y por el que no tiene representación popular. Utiliza una presencia mayoritaria en instituciones profundamente repudiadas por la población para elegir un nuevo presidente, luego de que al anterior ...

— Manifestaciones y silbidos en las galerías.

Sr. Presidente (Maqueda). — Por favor, silencio en las barras.

Sr. diputado Zamora. — ... la población le volviera a sacar una tarjeta roja como se la marcó antes a de la Rúa.

                He escuchado con atención que han aparecido repentinamente —a la acción prepotente de la Asamblea Legislativa pasada— métodos recubiertos de palabras y frases como “consenso”, “concertación”, “unidad nacional”, “salvación nacional”, “ no es hora de poner palos en la rueda”, es decir, un lenguaje totalmente distinto al del “arrasar”, como arrasaron en la sesión pasada.

                Ahora bien, yo veo y advierto solamente un cambio de frases. Y me dirijo a la población que está siguiendo esta Asamblea Legislativa.

                Lamentablemente el país está "quebrado”, como dicen muchos. Es una palabra que habría que estudiar—¿ no es cierto?—; pero está mal, está destruido, nos han robado todo. ¡Si nos han robado la Argentina, entre los gobiernos radicales, justicialistas y militares, que empezaron, y después el de la Alianza, que ha terminado! Tanto, que un ensayista francés dijo: “Los argentinos existen, ¿pero la Argentina existe?” Porque, realmente, un país se distingue por proyectos independientes, por un consenso colectivo que se encolumna detrás de éste y por la defensa de sus riquezas y de sus intereses soberanos. Y aquí ocurre todo lo contrario.

                Yo creo que toda esta fraseología es para seguir justificando políticas de ajuste y de aceptación de lo que mandan los organismos financieros internacionales. Inclusive algunas expresiones declamatorias, como las de cuestionar la concentración de la riqueza y de que no hay que permitir que las empresas españolas se lleven lo que se llevan, entre otras, constituyen discursos de barricada, de campañas electorales, porque no son medidas concretas. De ser adoptadas se podrían tomar no sólo medidas puntuales sino también construir las bases para un país distinto y soberano.

                Considero que nuestra Nación justamente ha perdido la condición de ser un país independiente, ya que tenemos toda la economía extranjerizada por acción fundamentalmente del menemismo, aunque hay que remontarse al discurso de Martínez de Hoz del 2 de abril de 1976 para recoger los primeros lineamientos, que luego fueron continuados de una u otra forma por los gobiernos que lo sucedieron.

                Como tantas veces se ha dicho, el país necesita otro modelo económico, porque el actual está agotado. Pero también necesita otro régimen político. Alguien dijo que por primera vez está vinculado el agotamiento económico con el de lo político y el de lo social. Pero esto no es sorprendente, ¡si están íntimamente vinculados!

                La Argentina se hundió porque las instituciones defendieron los intereses de una clase dominante y las exigencias de los Estados Unidos, pero utilizando el voto de la población, mintiendo en las campañas, es decir, se les sacó el voto y luego con ese sufragio se le metió la mano en el bolsillo para engordar los de los acreedores externos o de las empresas que concentran la riqueza en la Argentina. Entonces, ¿cómo no se va a producir tremendo desbarajuste entre las instituciones, lo político y lo económico-social?

                Desde ya que la Argentina necesita otra cosa. Ustedes conocen mi posición y en la que he insistido, en el sentido de que cualquier modelo económico debería empezar por suspender los pagos de la deuda externa.

                A veces sucede que cuando me presento en los medios de comunicación, me dicen: “Bueno, está contento. Ya hay muchos que hablan de que hay que reprogramar la deuda; hasta Cavallo lo dice”. “No”, les digo. “Esa es la gigantesca trampa. Han tenido que hablar de la deuda, porque están en cesación de pagos. Tienen que pedirle migas al Fondo Monetario para que les ‘tire’ 1260 millones de dólares para poder cubrir vencimientos sin los cuales no podrían cumplir”. Están en cesación de pago y tienen que hablar de la deuda.

                ¡Pero están volviendo a hacer lo que vienen haciendo desde 1982: salir a salvar al titular del bono y no al pueblo argentino a quien le obligan a pagarle a costa de su sangre, de su trabajo, de su salario, de rematar lo poquito que queda del patrimonio nacional! ¡Es el bono basura que tiene el acreedor internacional —opere aquí o afuera, pero lo tiene en dólares—, el objetivo de salir a reprogramar la deuda! Lo dice O'Neill: reclama que se reprograme con el Fondo Monetario, que se reprograme la deuda para volver a valorizar los bonos que en este momento no les valen nada. A costa de más ajuste.

                Eso es Duhalde hoy y eso fue este hombre que pasó tan efímera y tristemente, Rodríguez Saá, quien habló de suspensión de pago de la deuda externa mientras al mismo tiempo le pagaba al Fondo Monetario y a acreedores externos alrededor de 400 millones de dólares.

                No es demagogia lo que necesitamos sino suspender esos pagos; que no salga más un dólar de la Argentina y, después, no tomar decisiones de mandar comitivas a Washington —como ya está estudiando el gobierno de Duhalde— para reprogramar la deuda.

                Alguien dijo "consensuar". Pero, ¿ustedes alguna vez pudieron consensuar algo con un banquero, con un acreedor, con un organismo multilateral de crédito? ¿Qué ejemplo tienen de "consensuar”, donde uno propone una cosa, otro otra y, por ahí, llegan a un acuerdo que interese a los dos. ¡Imponen! Entonces, con variada fraseología van a repetir lo mismo.

                Desde ya que habría que nacionalizar la banca y el comercio exterior. No hay forma de suspender los pagos de la deuda y, al mismo tiempo, que no se fuguen capitales en una forma extraordinaria. Si hasta con un ministro como Cavallo se fugaron capitales, imagínense qué ocurriría si se tomaran medidas de este tipo, si se fugaron con un ministro servil, sumiso. Con un gobierno como el de de la Rúa: servil, sumiso; con el gobierno de Menem: servil, sumiso; con el gobierno de Duhalde: servil, sumiso, se fugaron capitales —hasta la década del '90 había 50 mil millones de dólares afuera; ahora, 110 mil ó 115 mil —, entonces hay que controlar la banca y el comercio exterior; hay que nacionalizarlos y, por supuesto, no poner a controlar a los funcionarios tipo Dadone a controlar, sino empleados bancarios, usuarios, organizaciones de usuarios.

                ¡Ahora está corriendo esto de la democracia directa, la que no quiere guardar la cacerola! ¡Hay que aprovechar esos mecanismos de democracia directa para controlar que no se fuguen capitales al exterior! Pero ocurre lo contrario: Macri realiza un contrabando por 100 millones de dólares en autopartes, haciendo como que las fabricó acá cuando las trae de afuera, pasa por la Aduana, es un contrabandista y, sin embargo, está considerado como una de las personas más probas y es recibida en la Casa de Gobierno.

                Entonces, ¿qué cambios están planificando? ¡Ninguno!...¡Ninguno! ¡Pérez Companc, Macri, Fortabat! ¡Estamos pagando la deuda externa de la Ford! ¡Un pibe que se muere de hambre en la Argentina está pagando la deuda externa de la Ford con esa vida que pierde! ¡Millones de trabajadores no tienen trabajo porque estamos pagando la deuda externa de la Shell! ¡De la Shell; una de las siete empresas más poderosas del mundo! Un gigantesco negociado que nos "enchufaron" a todos; que nos lo “enchufó” Cavallo y la dictadura, pero que Alfonsín revalidó y los gobiernos sucesivos aceptaron. ¡Con los votos del pueblo les quitaron el trabajo y engordaron los bolsillos de los banqueros!

                Entonces, necesitamos medidas. ¡Por supuesto que hay que recuperar las empresas privatizadas! Ese gigantesco negociado; un robo al patrimonio del país, pero a través de gigantescos negociados que esta Cámara avaló. Acá yo denuncié las coimas por el tema de YPF. Llevé el asunto a los tribunales y la Justicia menemista cerró la causa. ¡Y acá no hubo voces! Un diputado del bloque justicialista denunció que había coimas en la Cámara de Diputados, pero quien llevó la denuncia a la Justicia fui yo y, por supuesto, me la cerraron.

                ¡Las coimas de las AFJP! ¡Llegaron a votar la privatización de Gas del Estado inventando diputados! Los famosos "diputruchos": cuatro o cinco asesores o empleados de bloque que se hicieron pasar por diputados. ¡A eso llegaron! Entonces, ¿cómo no va a estar vinculado lo económico y lo político?

                ¿Dónde está la investigación? La Presidencia de la Cámara observa todo de frente ¿No detectó a los cuatro o cinco “diputruchos”? ¿Al presidente del bloque justicialista se le puede meter cualquiera en su bloque? Esto lo percibe la población enseguida.

                La luz, los teléfonos, todo. ¡YPF...! ¡El gigantesco negociado de YPF! Vendieron las acciones a 19 pesos por orden de Wall Street y al día siguiente valían 20. Sentados en una silla, ¿saben cuántos salarios de jubilados se ganaron?

                ¡Cómo no va a estar relacionado, porque de ahí saldría el trabajo que le falta a millones de argentinos! Un plan de obras públicas; algo rápido que reactive la economía, que vincule a todas las industrias que están relacionadas con la construcción. ¡Pero se necesita ponerlas en curso, no hacer demagogia...

Sr. Presidente (Maqueda). — Señor diputado: termina su tiempo. Vaya redondeando, por favor.

Sr. diputado Zamora. — Redondeo, señor presidente.

                Entonces, por supuesto que también es fundamental cambiar el régimen político, que está agotado. La semana pasada hablábamos de la ley de lemas, pero ahora ya no existe sino que tenemos la ley de acefalía. ¡Este es el uso de las instituciones que la población percibe! Para no hablar de cosas más graves, como la Constitución y los decretos.

                Me parece que, desde ya, ahora habría que reformar el régimen político: mandatos cortos; que el político vaya a trabajar; que tenga un intervalo donde no pueda ser reelegido; que vaya y venga; que no se haga carrera; que la población haga política y el funcionario haga gestión, mandato. ¡Va y viene! No es importante: lo que interesa es el mandato de la población. Los sueldos tendrán que estar adecuados a eso. La revocatoria del mandato: democracia es elegir y también sacar, y no elegir y aguantar. ¡Y ahora se vota a un presidente que viene cogobernando en puestos fundamentales desde 1987! Todos desastres en la Argentina: negociados, corrupción, hambre, desocupación: todo pasó por manos del que se postula hoy como presidente en esta Asamblea Legislativa.

                Por eso creemos que lo más importante es que la población conserve el poder que recuperó. En raros tiempos, en raros momentos de los pueblos —y casi nunca en la Argentina, creo yo recordar— la población le retiró el poder a los representantes, es decir, dejó de considerarlos representantes. Ahora bien, esos representantes que ya no tienen poder -"que se vayan todos y que no quede uno solo, como gritaba la población"- lejos de irse se reunieron para usurpar lo que el pueblo había ganado en las calles: el poder.

                Entonces, ahora están designando con un nuevo proceso de concertación, de consenso, lo que la población repudió. Y apareció el radicalismo para darle apoyo al justicialismo, así como también algunas otras fuerzas que con discursos de pegar con la izquierda terminan votando con la derecha, apoyando al presidente que se postula.

                Por eso nosotros no vamos a apoyar nada de esto. Esto va en contra del país y es continuar con lo mismo que se viene haciendo hasta ahora. Además, tampoco vamos a avalar la legitimidad de esta Asamblea.

                Una aclaración muy pequeña, porque fuerzas de izquierda a las que yo no pertenezco me han propuesto en los medios para ser postulado como candidato a presidente. La verdad es que me parece un disparate y un error, además de que no me informaron y creo que deberían haber tenido la seriedad de hacerlo. Pero más allá de eso, que es secundario, ¿cómo me voy a postular ante una Asamblea Legislativa que yo cuestiono en cuanto a su legitimidad? Estaría avalando la legitimidad de lo que yo cuestiono.

— Murmullos en el recinto.

Sr. Presidente (Maqueda). — ¡Por favor, silencio!

Sr. diputado Zamora. — Creo que ese sector ha cometido un grave error y me pareció importante decirlo.

                Entonces, apuesto a que haya elecciones, pero para constituir una Asamblea Constituyente; de constituyentes que discutan todo esto, es decir, qué país quieren los argentinos y no qué quiere la dirigencia que el país repudia. Y que se haga en una forma inmediata. No hay nada peor que seguir despreciando la opinión y la expresión del pueblo. De ser así, seguirán los “cacerolazos” y los cortes de ruta; los que tendrán más o menos fuerza para enfrentar el gobierno. Yo no adivino el futuro, pero apuesto a que lo puedan volver a derrotar.

Sr. Presidente (Maqueda). — Tiene la palabra el señor diputado Jalil.

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