Taller Multimedia. Prof. Anahí Cáceres - JTP: Juan José Tirigall

Universidad del Cine 2007

 “Camelias” de Daniela Muttis

Por Franco Lombardi

 

 

Duración: 7’:49’’

Comentario del autor: Es una observación acerca de la deriva natural de las acciones para sobrevivir al medio que nos contiene, lo que nos es fundamental: el contacto de los cuerpos, el juego, la violencia, el sueño, el desprendimiento, la mirada, la memoria. El origen.

 

En la muestra de videoarte conmemorativa a los 40 años del Anses, una de las obras que más atraparon mi atención fue Camelias de Daniela Muttis. La seducción no fue por algo narrativo en sí, sino por una cuestión sensorial. Ya de por sí, creo que tengo una atracción natural hacia el rojo; y al ver esos colores rojizos en la pantalla, fuertemente saturados y en diálogo con su complementario verde, mi atención quedó atrapada.

La escena presenta a una mujer caminando por el campo con camelias en sus brazos que las va depositando en los pinches de un alambrado. Luego llega a una zona más despejada y juega con ellas, refregándoselas por el cuerpo. Viste un vestido rosa que la hace resaltar entre el verde de los árboles y el pasto. Además del contraste natural por estos colores opuestos, éstos se hayan fuertemente saturados. La calidad del color es vibrante. La composición se da por estas zonas fuertes de color: el vestido rosa y las camelias rojas intensas, y el verde musgo del césped y las hojas. La tez blanca de la mujer y su cabello oscuro colaboran a generar también este ambiente dinámico y de tensión. La imagen global resulta de carácter pictórico. Tengo la sensación de que la situación es posterior a una lluvia, por los colores y la humedad que se siente.

En este último punto se encuentra la base del corto: la participación de los sentidos. Las imágenes no solo nos dan imágenes, y el sonido no solo nos da sonido. El rojo y el verde vibran, y no solo se reflejan en nuestra retina; nos dan vida. Por la experiencia de nuestros sentidos, asociamos ciertos objetos y sensaciones con ciertos otros, en contacto con el todo de partículas que nos rodean. La imagen de un pétalo mojado, no son solo las formas  que constituyen esa imagen, sino que en nuestra percepción, la asociamos con la textura que podríamos sentir al tocarlo, el olor que tendría, el gusto si lo masticásemos, la sensación refrescante de rozarlo contra nuestra piel y que nos pase su humedad.

Por eso nuestros sueños pueden llegar a ser tan realistas, porque la información de la percepción se puede sentir sin sentir a los objetos mismos necesariamente. Desde el momento que las experimentamos, en nuestra memoria, está esa percepción, esa descarga eléctrica neuronal que puede llegar a ser reproducida al igual que las imágenes que recordamos de nuestras vivencias. Aun así este recuerdo no es tan recurrente y voluntario como nuestros recuerdos de acción, pero existen y tienen mucha presencia. Es el efecto secundario de nuestra cultura icónica de la imagen.

De esta forma, al ver “Camelias” las sensaciones que experimenta la protagonista al entablar contacto y diálogo perceptivo con la naturaleza, también las podemos proyectar en nuestro cuerpo o en nuestros recuerdos de sensación; y ver el roce de las camelias, el pasto mojado bajo sus piernas, la tensión de sus músculos, ver el fluir de las copas de los árboles al viento aunque no se escuchen.

Esta es la visualización sinestésica de las imágenes: sentir el comportamiento y la acción-reacción de los objetos con su entorno, abarcando todos los lados de su percepción.

Además, otro componente especial de este corto, ligado a la sensación, es el erotismo. Erotismo de la naturaleza sugestiva y de los cuerpos en comunicación. Ya de por si, la sinestesia de las imágenes presenta el carácter erótico de lo que insinúan; porque una imagen no solo se presenta a si misma sino que también entra en relación con sus capas de significación y con las sensaciones que podemos llegar a tener de ellas pero no se presentan en su reproducción sensorial en el acto audiovisual. Entonces, hay un velo traslúcido; algo que puede estar o no estar, según la tentación y las ganas de sentir del espectador, de entregarse a ese paisaje, de atravesar la pantalla y revolcarse en el césped, de sentir formas tras la tela y ser uno con la naturaleza.