22
julio 2005 (agencia lavaca/anticopyright) En
lavaca.orgesta semana podrá encontrar:
Esther,
María y Azucena / El largo regreso a la iglesia de Santa Cruz:
Este domingo, a las 16, en la esquina de Urquiza y Estados Unidos, recibirán
a las tres madres desaparecidas allí hace 27 años. Fueron
secuestradas en un operativo y delatadas por Alfredo Astiz. El Equipo
de Antropología Forense reconoció, ahora, los restos de
las tres madres en el cementerio de General Lavalle. Habían sido
arrojadas vivas al mar. Esta es la historia de esos secuestros.
Conversación
con Néstor Busso, presidente de FARCO / El Estado ilegal: Néstor
Busso es presidente del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO)
y vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Educación
Radiofónica (ALER). Fue el primero, también, en pegar el
grito cuando el pasado 20 de mayo el presidente Néstor Kirchner
firmó el decreto de necesidad y urgencia para extender por diez
años las licencias de radio y televisión. Un día
después, suscribió un comunicado que comenzaba con el término
"bochornoso" para calificar el alcance de esta medida. En conversación
con lavaca, Busso acusa al gobierno y a los grandes medios de cómplices
de la dictadura y del menemismo, al tiempo que asegura: "vamos a
seguir construyendo otro modelo, le guste o no la gobierno".
La
Masacre de Puente Pueyrredón / La revolución según
la Side: Carlos Soria, jefe de la Side durante el gobierno duhaldista,
explicó cuál era el temor del gabinete nacional a mediados
del 2002: "El peligro consistía en la integración de
la protesta social", declaró en los tribunales de Lomas de
Zamora. También dio testimonio Luis Genoud, por entonces ministro
de Seguridad bonaerense, quien aseguró que no dio ninguna directiva
a la policía provincial porque la fuerza debe actuar de acuerdo
a la ley. Roberto Giacomino, jefe de la Policía Federal, y Juan
José Beltricchi, titular de Prefectura, negaron haber participado
en reuniones de coordinación del operativo. Mientras tanto, el
Tribunal dispuso las primeras sanciones: multó a un abogado de
los heridos de bala por haber citado a un testigo con una carta documento
y expulsó de la sala Vanina Kosteki, hermana de una de las víctimas,
por haber insultado a un olvidadizo testigo. El careo que no fue, el documento
que apareció en la Casa Rosada y la hinchada de Pitrola.
Jornada
por los presos de la Legislatura / Para la libertad: Con el Obelisco de
fondo y durante seis horas, familiares y compañeros de los hombres
y mujeres presos por manifestar contra el Código Contravencional
frente a la Legislatura porteña conmemoraron un año de detención.
Intelectuales, artistas, músicos e integrantes de organizaciones
de derechos humanos desafiaron el frio para exigir la libertad de los
detenidos, que hicieron llegar sus voces desde la cárcel a través
de un teléfono celular o de cartas que aquí reproducimos.
arteUna
2005 Jueves
7 de julio , 28 años después....
11/07/2005
AZUCENA,
ESTHER, MARY: HAN VUELTO PARA DECIRNOS ALGO
Los
Antropólogos Forenses identificaron los trestos de tres Madres
de Plaza de Mayo
CONFIRMAN
IDENTIDAD
DE
TRES MADRES DETENIDAS - DESAPARECIDAS
JUICIO
Y CASTIGO
A LOS CULPABLES
Los
familiares abajo firmantes y el Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF) convocan a una COFERENCIA DE PRENSA a realizarse el viernes
8 de julio, a las 13 horas, en el Auditorio Gregorio Selser, de la Unión
de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), Alsina 779, Capital
Federal, para comunicar la identificación de tres madres detenidas-desaparecidas
durante la última dictadura militar.
Ester
Careaga
Mabel Careaga
Ana María Careaga
Ana Bianco
Luis Salvador Bianco
Cecilia De Vincenti
Pedro Eduardo De Vincenti
Equipo Argentino de Antropología Forense ( EAAF)
17
julio 2005. Página 12
EL CAMARISTA HORACIO CATTANI Y LA LABOR JUDICIAL PARA LA BUSQUEDA DE LA
VERDAD
“La
burocracia siempre deja huellas”
Por Victoria Ginzberg
Hace diez años, el marino Adolfo Scilingo sorprendió con
su confesión sobre su participación en los vuelos de la
muerte. La identificación de las tres Madres de Plaza de Mayo desaparecidas
–Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce–
permitió corroborar científicamente que los militares arrojaban
a sus víctimas desde aviones de la Fuerza Aérea, hecho que
además, muchos años antes, habían revelado los sobrevivientes
de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Entre Scilingo y
la recuperación de los cuerpos de las Madres –anunciada el
viernes 8– la Cámara Federal porteña realizó
junto al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) investigaciones
relacionadas con el derecho a la verdad, específicamente con la
búsqueda de los restos de los desaparecidos. Esto implicó
un trabajo de reconstrucción de la historia de cada víctima,
desde su militancia, hasta su secuestro y lugar de detención. Por
ahora, se logró rearmar cerca de 50 casos, aunque no todos implicaron
la recuperación de los cadáveres. Las Madres fueron las
primeras relacionadas con los “vuelos”. Horacio Cattani, el
juez que llevó adelante la instrucción de estas causas,
relata cómo se realizó esta tarea.
–¿Cómo se llegó a la identificación
de las tres madres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y cuál
es su valor jurídico?
–A partir de la movilización de diversas ONG con posterioridad
a la confesión de Adolfo Scilingo varias Cámaras Federales
intentaron diversos caminos para la búsqueda de la verdad y satisfacer
el “derecho al duelo”. Se trataba de realizar investigaciones
tendientes a determinar el paradero de los desaparecidos aunque no se
pudieran imputar penalmente las desapariciones a persona alguna en razón
del dictado de las leyes de impunidad y los indultos. La Cámara
Federal de la Capital Federal adoptó una política que comprendió
dos estrategias bien marcadas: avanzar hacia la nulidad de las leyes de
punto final y obediencia debida y dirigir la búsqueda de la verdad
hacia la identificación de la gran cantidad de víctimas
de NN que poblaban los expedientes paralizados. La primera se alcanzó
con el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia en la causa “Poblete”
y la segunda persiste sin prisa y sin pausa habiéndose logrado
un salto cualitativo con la identificación de las madres fundadoras.
–Pero no todas las Cámaras adoptaron la misma estrategia.
–No. Por ejemplo las de La Plata y Bahía Blanca en audiencias
orales recogieron testimonio de los familiares de las víctimas
ya conocidas para completar las indagaciones sobre el modus operandi del
exterminio, que ya se habían obtenido en el Juicio a las Juntas
y en la causa Camps.
–El general Martín Balza y otros militares sostuvieron que
no había registros de las víctimas en dependencias de Ejército.
¿Con qué elementos comenzó la Cámara la búsqueda?
–El pleno de la Cámara me designó como juez instructor
y solicitamos el concurso del Equipo Argentino de Antropología
Forense, no solamente por su idoneidad técnica sino también
por el profundo conocimiento de cómo se había desarrollado
el terrorismo de Estado. Contamos con la colaboración de un grupo
de funcionarios y empleados del tribunal que había participado
en el reordenamiento de las causas de derechos humanos. Toda investigación
que pretenda reconstruir el pasado debe partir de ciertas hipótesis
que luego deberán ser verificadas. La primera fue discutir la afirmación
del general Balza. Nos constaba que se habían destruido registros
específicos sobre la represión ilegal pero los genocidios
han demostrado que la burocracia siempre deja huellas, y que junto con
los registros que podríamos llamar “blancos” (defunciones,
inhumaciones, de identidad etc.) debería haber información
intercalada sobre los desaparecidos. Así que nos decidimos a buscarla
pero con ciertos cuidados: no se podía subir el perfil para evitar
provocar la destrucción de la documentación.
–¿Qué medidas se adoptaron?
–Fueron múltiples. En primer lugar se dispuso la preservación
de toda la documentación administrativa existente en los tres poderes
del Estado relativa al período 1976-1983. Se libraron oficios a
las autoridades policiales y militares, registros de las personas, registros
civiles, registros de reincidencia, cementerios de la ciudad de Buenos
Aires y del conurbano, la Morgue Judicial y expedientes judiciales. Desde
el punto de vista de la técnica pericial se pusieron a punto dos
métodos: obtener huellas digitales, mejorarlas mediante técnicas
de scaneo y otros procedimientos informáticos y posteriormente
cotejarlas con indubitables existentes en los registros de las personas.
Por otro lado, existiendo restos humanos, la posibilidad de exhumación,
estudios antropológicos e identificación a través
de pruebas de ADN. Este procedimiento requería una investigación
adicional ya que para saber con quién cruzar esa información
debía construirse una hipótesis previa sobre la identidad
de los restos.
–¿Cómo se obtuvieron los primeros resultados?
–Fueron la consecuencia del hallazgo de numerosas fichas y algún
microfilm en dependencias policiales, en el ámbito del Ejército
Argentino y en archivos judiciales. La impunidad del terrorismo de Estado
fue tan grande que información fundamental fue hallada intercalada
en documentos de la época. Por ejemplo, fue muy común encontrar
juegos completos de huellas digitales pese a lo cual las víctimas
se enterraban como NN.
En muchos casos se logró la identificación dactiloscópica,
pero no fue posible el hallazgo de los restos por haberse trasladado a
fosas comunes de los cementerios. En estos casos se practica la rectificación
de la partida y se otorga una identidad al NN a través de la inscripción
de su nombre en el Registro Civil. En otros casos, como fue el de las
madres, se puede recuperar el cadáver y hacer entrega a sus familiares
para su inhumación definitiva y con su identidad.
–¿Cuál fue la reacción de las familias ante
estos hallazgos?
–La primera reacción es de desconfianza e incredulidad. Después,
cuando les explicamos el procedimiento indagan el nivel de certeza y sufren
una gran conmoción. Para ellos la historia comenzó en los
’70 con una desaparición y los años avanzaron con
un gran peregrinar buscando información, siempre insatisfecha.
De repente los contactamos a través del Equipo Argentino de Antropología
y les damos la certeza que necesitan. Puede ser que después del
secuestro lo llevaron a un centro clandestino y después de la tortura
y la muerte a una tumba colectiva o también pudo haber sucedido
que después del secuestro dieran vuelta la esquina, lo mataran
fingiendo un enfrentamiento y lo sepultaran como NN. En ambos casos la
búsqueda llegó a su fin.
–¿Cómo se llegó al hallazgo de los restos de
las Madres de Plaza de Mayo?
–Conociendo que en los años ’70 se habían descubierto
cadáveres aparecidos en el litoral marítimo en jurisdicción
de los Tribunales de Dolores, en marzo de 1999 se solicitó la búsqueda
y remisión a la Cámara de todas las actuaciones judiciales
labradas. En el año 1984 el intendente del partido de General Lavalle
había denunciado inhumaciones clandestinas y logrado sendas investigaciones
judiciales. Aunque las causas se terminaron sobreseyendo, se realizaron
inhumaciones y peritajes. A uno de los cadáveres se sexo femenino
se le habían amputado las manos para su remisión al laboratorio
necropapiloscópico de la policía de la provincia de Buenos
Aires y posteriormente se determinó que correspondía a Angela
Aguad. Angela fue una de las doce personas que entre los días 8
y 10 de diciembre de 1977 fueron secuestradas en la iglesia de la Santa
Cruz y en distintos lugares de la Capital Federal y la provincia de Buenos
Aires. A partir de allí, se siguió trabajando sobre la hipótesis
de que el resto de los cadáveres hallados en la costa atlántica
y en fechas cercanas al mes de diciembre de 1977 podrían pertenecer
a ese grupo llamado de la iglesia de la Santa Cruz. Con todo rigor científico
se procedió a una exhumación de los restos, a su estudio
antropológico, a la extracción de ADN mitocondrial, a la
extracción de muestras a los familiares, a su remisiónal
Laboratorio de Inmunogenética y Diagnóstico Molecular (Lidmo)
de la Universidad de Córdoba, que certificó la identificación
de las madres, lo que posibilitó al tribunal entregar los restos
para su definitiva inhumación.
–¿Se sigue intentando la identificación de los demás
restos?
–Sí. Efectivamente se sigue trabajando sobre la misma hipótesis
y sobre otras que se han ido incorporando.
–¿Por qué estas identificaciones han supuesto un salto
cualitativo en las investigaciones?
–Se sabe que las madres fueron entregadas por Astiz, se sabe que
estuvieron en la ESMA donde fueron torturadas, se dio por probado en la
causa ESMA que habrían sido “trasladadas” (eufemismo
utilizado como sinónimo de aniquilamiento) en un vuelo de la muerte.
Pues bien, ahora se cierra el círculo encontrando los restos y
confirmándose por el examen forense que presentan lesiones compatibles
con haber sido arrojados desde un avión. Es por eso que la Cámara
dispuso que copia de lo actuado se remita a la causa ESMA que muy pronto
pasará a Tribunal Oral.
–La Cámara fue una precursora en impulsar la anulación
de las leyes de punto final y obediencia debida. Después del fallo
de la Corte ¿cuáles son las tareas pendientes en este plano?
–Desde el punto de vista jurídico creo que no hay. La Cámara
desplegó los instrumentos para posibilitar las investigaciones
cuando mandó las causas a primera instancia. Lo que hay que hacer
es preparar las investigaciones para los juicios orales, avanzar en el
terreno procesal. Ya las grandes defensas del derecho como las leyes de
impunidad o los indultos prácticamente no están e incluso
los indultos alcanzan a muchos menos.
–De acuerdo con los argumentos del fallo del caso Poblete, ¿la
Corte debería anular los indultos?
–Es un tema diferente. No es previsible lo que pueda hacer porque
el indulto tiene otra naturaleza jurídica. La incertidumbre con
el fallo de la Corte es qué harán las Cámaras del
interior, porque a partir de ahora tienen que poner en marcha un sistema
de enjuiciamiento. Para nosotros es un espaldarazo que da la Corte a lo
que ya se venía haciendo, pero hay muchas jurisdicciones en las
que tienen que empezar.
–También se debería unificar el procedimiento de estos
juicios porque hay distintos criterios según las jurisdicciones.–Lo
ideal sería que se hiciera con una ley ad hoc para estos casos.
Si no, la Corte o la Cámara de Casación podrían hacerlo.
Publicado
digitalmente: 12 de julio de 2003
El
Cuervo
Alfredo Astiz: el cuervo de los ángeles
Por José Luis Zamora
¿Por qué habría de seguir llamándoselo, cuando
nos referimos al exrepresor Astiz: “Angel” cuando, entre otros
alias, figura en la memoria de los testimonios del horror de exdetenidos
en la ESMA, el de “cuervo”? Mención tenebrosa para
el común de los mortales. Un ángel, como todos imaginamos,
por más terrible que fuere su proceder, seguramente, es poseedor
de ciertos reparos a la hora de actuar, un cuervo, por el contrario, lo
conocemos como ave de rapiña, que en éste caso se aproxima
mucho más a la persona de Astiz, con el perdón del pobre
bicho negro. Pero está el dicho: cría cuervos y te sacarán
los ojos. De ahí, tal vez, la mala fama del animal. En el caso
de Astiz viene a colación dado que supo infiltrarse con documentación
falsa como hermano de un desaparecido en el grupo de, entre su mayoría
mujeres, que se reunían con el apoyo del padre Mateo Perdía
en la parroquia de la iglesia Santa Cruz, (...) El cuervo desplegó
sus alas de maldad y en operativos realizados entre el 8 y 10 de diciembre
de 1977 por el grupo de tareas que él integraba, 3.3.2 de la Escuela
Mecánica de la Armada (ESMA), secuestró a doce personas,
las cuales nunca más aparecieron con vida. (...) Astiz el 8 de
diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, se retiró
antes de la reunión con un beso en la mejilla de Nélida
Chidichimo. La acción del genocida era que estaba “marcando”
las madres a los agentes infiltrados dentro de la iglesia. Nélida
se salvó por puro milagro, fue testigo de los secuestros de Esther
de Careaga y de María Ponce de Bianco producidos esa misma noche.
También se llevaron a la monja francesa Alice Domon, arrastrándola
con sus manos maniatadas. El sábado 10 en la avenida Mitre de Sarandi
a pocos metros de su domicilio particular, tres hombres del grupo de tareas
de la ESMA secuestraron a la primera presidenta de las Madres: Azucena
Villaflor de De Vincenti. Ese mismo día, pero lejos de allí,
en la capilla Santa Rosa de Ramos Mejía también era secuestrada
otra monja francesa Leonie Duquet. En los días en los que se llevó
a cabo la barbarie fueron secuestradas, además de las personas
anteriormente mencionadas, otras siete: Patricia Oviedo, Eduardo G. Horano,
Raquel Bulit, Ángela Auad, Remo Berardo, Julio Fondovila y Horacio
Elbert. Doce en total, doce desaparecidos, doce vidas que se fueron y
que aún reclaman justicia. Paradójicamente, el infiltrado,
el número trece, el judas, el cuervo permanece en libertad.
Mas >>> http://rodolfowalsh.free.fr/article.php3?id_article=0366
www.pagina12.com
Buenos Aires-Argentina, 11 Julio 2005 Por Victoria
Ginzberg
IDENTIFICARON
LOS RESTOS DE TRES FUNDADORAS
DE MADRES DE PLAZA DE MAYO DESAPARECIDAS
“No se puede hacer desaparecer lo evidente”
Los
familiares de las Madres desaparecidas anunciaron el hallazgo junto a
las compañeras de sus madres.
El
hallazgo de los cadáveres implica por primera vez la existencia
de una prueba científica irrefutable de los “vuelos de la
muerte”. Las mujeres estuvieron secuestradas en la ESMA. La historia
de las tres mujeres que desaparecieron por denunciar a la dictadura.
“Nuestras
madres, incansables luchadoras que dieron la vida por sus hijos, no pudieron
vencer a la muerte, pero eran tan obstinadas que sí pudieron vencer
al olvido. Y volvieron. Volvieron con el mar, como si hubieran querido
dar cuenta, una vez más, de esa tenacidad que las caracterizó
en vida. La presencia de sus restos da testimonio de que no se puede hacer
desaparecer lo evidente. Volvieron con ese amor incondicional que sólo
las madres tienen por sus hijos, para seguir luchando por ellos, por nosotros.”
Los hijos de Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga
y María Ponce de Bianco eligieron estas palabras para compartir
el hallazgo de los cuerpos de sus madres, fundadoras de Madres de Plaza
de Mayo. Estas mujeres, que hace 28 años se organizaron para pedir
justicia, aportaron ahora una prueba irrefutable para la investigación
de los crímenes del terrorismo de Estado: la primera evidencia
científica completa de “los vuelos de la muerte”.
Los primeros indicios que condujeron al Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF) a identificar los restos de las fundadoras de las Madres
aparecieron entre los resquicios que dejó la burocracia de la última
dictadura. Una huella dactiloscópica hallada entre los papeles
de un archivo de la Policía Bonaerense, perteneciente al laboratorio
de necropapiloscopía, y un viejo expediente judicial de la ciudad
de Dolores reclamado por la Cámara Federal porteña en las
causas por la búsqueda de la Verdad condujeron al sitio donde podía
estar enterrada una de las mujeres secuestradas el 8 de diciembre de 1977
en la iglesia Santa Cruz.
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/1-53475.html
Buenos
Aires Argentina, 11 de Julio 2005
www.pagina12.com
Luis Bruschtein
OPINION
Grupo de Tareas de la ESMA en acción
Estaban en la iglesia de la Santa Cruz, el hombre joven les dio un beso
en la mejilla y de repente irrumpieron hombres armados hasta los dientes.
Dijeron que se trataba de un operativo antidroga. “¿Cómo
antidroga y se la llevan a la hermana (la monja francesa Alice Domon)
que no fuma, ni toma, ni nada?”, preguntó una de las madres
entre los tironeos.
Las madres se reunían en la iglesia de los padres pasionarios,
en el barrio de San Cristóbal, para ultimar una solicitada que
llevarían al diario La Nación. Habían recolectado
unas 800 firmas y el dinero que necesitaban. Otros grupos estaban reunidos
en casas particulares y en otras iglesias. No recuerdan con exactitud
si primero fueron los gritos o los frenos de los Falcon verde en la puerta,
las órdenes furiosas de los hombres armados y de civil.
Fueron empujones, (…) gritos de las madres y familiares, (----)
en el atrio. El grupo detectó a los que debía secuestrar
y empezó a arrastrarlos hacia la puerta. Algunos tironeaban de
ellos para impedirlo, enfureciendo a los secuestradores que gritaban,
enardecidos, y amenazaban con sus armas. Los forcejeos y el griterío
continuaron en el exterior, por la vereda de entrada a la iglesia. “Es
un operativo antidroga”, gritó el jefe. Y entonces el estampido
de las puertas de los Falcon cerrándose, el rugido de los motores
y el chirrido de las llantas. Después silencio, algunos llantos.
Fue el 8 de diciembre de 1977. Ayer, en el local de la Unión de
Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), las Madres de Plaza de
Mayo María del Rosario Cerruti, Aída Sartí y Nélida
de Chidíchimo reconstruyeron el operativo. Entre el 8 y el 10 de
diciembre, hubo otros operativos donde fueron secuestrados más
familiares de desaparecidos. El 10, cuando se publicó la solicitada
que habían preparado, fue secuestrada en la calle, en el Dock Sud,
cerca de su domicilio, Azucena Villaflor de Vincenti, la madre que había
impulsado la organización de las madres. La nómina de secuestrados
durante esos días se completa con Angela Auad, Remo Berardo, Raquel
Bulit, Horacio Elbert, Julio Fondovila, Gabriel Horane, Patricia Oviedo
y Leonie Duquet, la otra monja francesa.
http://www.pagina12web.com.ar/diario/elpais/subnotas/53475-17913.html
ARGENTINA:
Hallan restos de tres Madres de Plaza de Mayo
Por Marcela Valente
BUENOS
AIRES, 8 jul (IPS)
- El Equipo Argentino de Antropología Forense anunció este
viernes el hallazgo de los restos de tres mujeres desaparecidas en 1977,
fundadoras del movimiento Madres de Plaza de Mayo en plena dictadura (1976-1983).
Junto
a hijos de las tres mujeres, los investigadores confirmaron que los cuerpos
de Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y Maria
Eugenia Ponce de Bianco habían sido arrojados al mar poco después
del secuestro de esas defensoras de los derechos humanos.
”Yo
tenía 16 años cuando la secuestraron. No tenía ninguna
expectativa de que la encontraran, pero en abril nos avisaron de un posible
hallazgo y entonces hicimos el test genético”, contó
a IPS Cecilia de Vincenti, hija de Villaflor. Más >>>
http://www.ipslatam.net/interna.asp?idnews=34440
Hallan restos de fundadora de las Madres de Plaza de Mayo
EFE
Los restos de una de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, Azucena
Villaflor, fueron hallados en un cementerio de Argentina 28 años
después de que la mujer fuera arrojada al mar en los "vuelos
de la muerte" de la dictadura.
Un equipo de antropología forense confirmó hoy que, junto
con el de Villaflor, fueron encontrados los cadáveres de María
Eugenia Ponce y de Esther Ballestrino de Careaga, otras dos Madres desaparecidas
en el último régimen militar (1976- 1983).
Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, afirmó
que es la primera vez que "se recuperan cuerpos del mar, se los identifica
y se los vincula claramente" con la represión ilegal.
"Nuestras madres no pudieron vencer a la muerte, pero eran tan obstinadas
que sí pudieron vencer al olvido. Volvieron con el mar, para seguir
luchando por nosotros", dijo en una rueda de prensa, flanqueada por
sus hermanos y por los hijos de las otras mujeres.
Mas >>> http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20050708/pags/20050708155831.html
Buenos
Aires, 8 de julio de 2005
Ante
la aparición de los restos de nuestras madres Esther Ballestrino
de Careaga, María Ponce de Bianco y Azucena Villaflor de De Vincenti
JUICIO Y CASTIGO A TODOS LOS CULPABLES
“Sólo pido una cosa, los que sobrevivís a esta época
no olvidéis. No olvidéis ni a los buenos ni a los malos.
Reunid con paciencia testimonios sobre los que han caído por sí
y por vosotros.
Un día, el hoy pertenecerá al pasado y se hablará
de una gran época y de los héroes anónimos que han
hecho historia. Quisiera que todo el mundo supiese que no ha habido héroes
anónimos. Eran personas con su nombre, su rostro, sus anhelos y
sus esperanzas y el dolor del último de los últimos no ha
sido menor que el del primero cuyo nombre perdura”.
Julius Fucik (escritor y periodista checoslovaco asesinado por los nazis).
Entre los meses de abril y mayo de 2005 fueron identificados los restos
de nuestras madres Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de
Bianco y Azucena Villaflor de De Vincenti, integrantes de las primeras
madres de Plaza de Mayo, quienes habían sido secuestradas los días
8 y 10 de diciembre de 1977 por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica
de la Armada (ESMA), y desde entonces permanecieron detenidas-desaparecidas.
El hallazgo e identificación de sus restos, resultado del valioso
e importante trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense
(EAAF), fue posible gracias a la denodada e inclaudicable lucha de los
organismos de derechos humanos -sostenida desde hace casi 30 años-,
por la Verdad, por la Justicia, contra la Impunidad.
Esther y María fueron secuestradas el 8 de diciembre en la Iglesia
Santa Cruz. Azucena, el 10 de diciembre a dos cuadras de su casa. Las
madres habían empezado a reunirse ante la falta de respuesta a
sus reclamos, luego de golpear infructuosamente puertas de cuarteles,
cárceles y ministerios buscando a sus hijos desaparecidos. Esther
pudo encontrar a su hija Ana María -secuestrada en el Centro Clandestino
de Detención “Club Atlético”- y tenía
aún desaparecido a su yerno Manuel Carlos Cuevas, marido de Mabel.
Mary buscaba a su hija Alicia Bianco. Azucena a su hijo Néstor
De Vincenti y a su nuera Raquel Mangin. Estas madres -ejemplo de ética
y de lucha colectiva- fueron, junto a otras mujeres en iguales circunstancias,
quienes impulsaron y crearon el Movimiento de las Madres de Plaza de Mayo.
Ese 8 de diciembre el grupo de familiares se encontraba reunido en la
Iglesia con el objetivo de recaudar fondos para publicar una solicitada
con la lista parcial de los detenidos-desaparecidos, víctimas de
la dictadura militar. A pesar de los secuestros, dicha solicitada fue
finalmente publicada el día 10 de diciembre en el diario La Nación.
Este operativo fue resultado de la infiltración del entonces teniente
de fragata Alfredo Astiz en el grupo de familiares, quien se había
presentado como hermano de un detenido-desaparecido con el seudónimo
de Gustavo Niño. La desaparicion de Esther, Mary y Azucena no fue
fortuita. Basándose en un trabajo de inteligencia dentro de la
organización de las Madres, la Marina decidió quiénes
tenían que desaparecer para acabar con ella. Pero no fue así,
ese germen de resistencia habría de ser imparable, y de eso da
cuenta –entre muchas otras cosas- la presencia hoy aquí de
las Madres con sus perdurables y dignos pañuelos blancos. Buscaban
a sus jóvenes hijos que luchaban por una sociedad más justa.
Las razones de esa lucha siguen vigentes y las Madres la continúan
activamente.
Durante 28 años los familiares hemos sostenido nuestro reclamo
de Verdad y Justicia. Hoy –insistimos- como resultado de esa lucha,
podemos conocer y hacer conocer parte de esta verdad. Por innumerables
testimonios de los sobrevivientes de la ESMA, pudimos saber que nuestras
madres estuvieron allí, que fueron torturadas y posteriormente
trasladadas. Alrededor del 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer
cuerpos en la costa del Océano Atlántico, entre Santa Teresita
y Mar del Tuyú, que fueron presurosamente enterrados como NN en
el cementerio de General Lavalle, provincia de Buenos Aires. A partir
de la tarea de los antropólogos, que permitió el hallazgo
y posterior identificación de los restos de Esther, María
y Azucena, hoy se comprueba lo que los organismos siempre denunciaron.
Hoy se corrobora cómo se completaba el circuito del terror. Sus
restos, que presentan múltiples fracturas provocadas por el impacto
de una caída desde gran altura, certifican que fueron arrojadas
vivas al mar, poniendo al descubierto la dimensión real del horror.
Nosotros queremos denunciar que esta verdad, que a los familiares nos
llevó 28 años conocer, estaba en posesión de la Marina
autora del hecho, del resto de las Fuerzas Armadas, de la Iglesia, que
a través de los capellanes de la ESMA consolaba a los marinos cuando
volvían de los vuelos, diciéndoles que habían brindado
a sus detenidos una muerte cristiana y sin sufrimiento. Esta verdad era
conocida por el Departamento de Estado Norteamericano, como consta en
documentos desclasificados, en los cuales el entonces embajador en la
Argentina, Raúl Castro, revela que la embajada norteamericana había
obtenido información confidencial de una fuente protegida del gobierno
argentino, acerca del hallazgo de 7 cuerpos en la costa atlántica,
entre los cuales se encontrarían las madres secuestradas por fuerzas
de seguridad entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. Este informe tiene
fecha de marzo de 1978.
Hoy, con la declaración de inconstitucionalidad de las Leyes de
Punto Final y Obediencia Debida -producto, una vez más, de la lucha
de las organizaciones-, se abre una nueva etapa para que se haga justicia,
para que quienes cometieron estos crímenes paguen por lo que hicieron.
Esa justicia -que aún se le adeuda al conjunto de la sociedad-
fue reiteradamente postergada, no sólo mediante las mencionadas
leyes, sino también a través del Indulto, aún vigente.
Continuaremos con las acciones legales ya iniciadas y ampliaremos esta
demanda también contra todos los que conocían estos hechos
y los ocultaron.
Exigimos saber toda la verdad. Exigimos saber quiénes fueron todos
los represores que actuaron en la ESMA en esos años, quiénes
piloteaban los aviones, quiénes eran los médicos y los enfermeros
que colocaban las inyecciones a los detenidos. Quiénes los arrojaban
al mar.
Exigimos que se busque y se entregue a los familiares la información
que todavía está en poder de las Fuerzas Armadas sobre cada
uno de los detenidos-desaparecidos.
Es la primera vez que se recuperan cuerpos del mar, se los identifica
y se los vincula claramente a la detención, posterior desaparición
y reclusión en un Centro Clandestino de Detención, en este
caso la ESMA.
Nuestras
madres, incansables luchadoras que dieron la vida por sus hijos, no pudieron
vencer a la muerte, pero eran tan obstinadas que sí pudieron vencer
al olvido. Y volvieron. Volvieron con el mar, como si hubieran querido
dar cuenta, una vez más, de esa tenacidad que las caracterizó
en vida. La presencia de sus restos da testimonio de que no se puede hacer
desaparecer lo evidente. Volvieron con ese amor incondicional que sólo
las madres tienen por sus hijos, para seguir luchando por ellos, por nosotros.
En
memoria de Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce de Bianco
y Azucena Villaflor de De Vincenti; en memoria de todos los demás
detenidos-desaparecidos del grupo de la Iglesia Santa Cruz: Angela Auad,
Remo Berardo, Raquel Bulit, Horacio Elbert, Julio Fondovila, Gabriel Horane,
Patricia Oviedo y las religiosas francesas Alice Domon y Leonie Duquet;
y en memoria de los 30.000 detenidos-desaparecidos, exigimos Verdad y
Justicia. árcel común a todos los genocidas. No vamos a
olvidar, no vamos a perdonar. Juicio y Castigo a todos los culpables.
Buenos
Aires, 8 de julio de 2005
Ester
Careaga / Mabel Careaga / Ana María Careaga
Ana Bianco / Luis Salvador Bianco
Cecilia De Vincenti / Pedro Eduardo De Vincenti
Textos
de Luis Bianco (hijo) y de Marta Gómez (amiga) extraídos
de Por la memoria (Editado por : Comisión por la memoria, la verdad
y la justicia de Liniers, Villa Luro y Mataderos 2003/04)
María Eugenia Ponce de Bianco y Alicia Bianco
Mamá
nació el 6 de julio de 1924 en Tucumán. Era una gran mujer,
una “negra india tucumana” de ley. Aunque sólo fue
al colegio hasta quinto grado en la primaria, leía muchísimo
y tenía una gran formación autodidacta. Por eso nos ayudaba
siempre en las tareas escolares. Además era una gran cocinera y
experta en corte y confección.. Siempre hablaba de la igualdad
entre los hombres. Ella me enseñó a no temer a los mendigos,
a la gente diferente, siempre decía “andá con dignidad
y la mirada limpia”. Alicia, mi hermana mayor, mamó de ella
ese carisma. Nació el 22 de octubre de 1952. Tuvo una infancia
feliz, era muy leal, simpática y compradora. Hizo el secundario
en el Comercial 32 y cursó hasta el tercer año de la Carrera
de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras, hasta
que dejó el estudio para dedicarse a pleno a la militancia. Al
comienzo era montonera, pero luego por disidencias políticas con
esa organización se incorporó al ERP (Ejército Revolucionario
del Pueblo). Con cuatro compañeros armaron una casilla en la villa
Perito Moreno, en donde daban clases a los pibes que no iban a la escuela.
Mi hermana desapareció el 30 de abril de 1976, tenía 23
años cuando fue secuestrada a la madrugada en mi casa de Coronel
Pagola 225 de Lomas del Mirador. Sí recuerdo que un día
antes guardamos en casa a un compañero de ella, que en un “enfrentamiento
erpiano” había quedado herido de bala. Mi vieja le sacó
esa bala y curó como pudo su herida, luego papá le dio ropas
y lo llevó a algún lugar de Haedo, creo que a su casa. Allí
estaba la madre de este muchacho, quien al verlo ensangrentado y malherido
paró al primer patrullero que vio y comentó el episodio.
Al día siguiente desapareció Alicia.
Mamá se metió en Madres de Plaza de Mayo enseguida para
buscar a su hija, junto con muchas más madres, quienes todavía
hoy luchan por justicia para sus hijos . Me costó once años
olvidarme de las masitas que le compraba a mi vieja para los días
de la madre en la confitería de Martiniano Leguizamón y
Alberdi. Quiero decir, luego de su desaparición las seguí
comprando para ella, cada octubre, como un ritual durante once años.
En el año 1982 falleció papá de un problema renal.
Estuvo internado más de un mes en el Hospital Santojanni, yo estuve
con él hasta el final. Nunca voy a olvidar sus últimas palabras:
“cuando las veas a mamá y a Alicia, decíles que las
quiero mucho”. Por supuesto que nunca más las vi, pero estoy
seguro de que él sí.
Luis Bianco, hijo (Integrante de la Comisión por la memoria, la
verdad y la justicia de Liniers, Villa Luro y Mataderos. Integrante de
la Comisión de Derechos Humanos de la Confederación General
del Trabajo) Celular : 15 4 9936132 / 4 382-7762 (trabajo)
Sobre María Eugenia Ponce de Bianco
Este
ejercicio de la memoria que me remonta a mis doce años te lo debía,
y desde ese lugar contarles a todos qué mujer distinta vieron mis
ojos asombrados cuando entré a tu casa de Alberdi 7054. Sólo
hoy a mis cuarenta y ocho años puedo valorar en toda su dimensión.
Eras la mujer que fumaba, usaba pantalones, manejaba el dinero y los negocios
familiares como nadie de su generación, excelente cocinera y además
atea. Pero reconozco lo que más me sedujo y me atrajo fue tu pensamiento
filosófico. El primer libro que me regalaste y aún conservo
fue "El talón de hierro" de J. London, después
me dedicaste muchas tardes para analizar esa novela maravillosa, y luego
seguimos con "El origen de la familia. La propiedad..." de F.
Engels, que también conservo.
A esta altura yo quería saber por qué te decías marxista
leninista y me enseñaste a leer "El Capital", entonces
todos mis esfuerzos personales los dediqué a ser como vos. Fuiste
mi ejemplo a seguir, y muchas veces sentí celos de tus hijos por
la madre que tenían. Sufrí muchas veces en silencio cuando
después de la desaparición de tu hija Alicia tuviste que
cerrar la colchonería de Alberdi 7056. Ahí empezaste a cuidarme
y ya no podíamos pasar más tiempo juntas... me acuerdo que
me decías: "hoy no vengas por casa"...
Nuestro enemigo no se equivocó, sabía quién eras,
no fue nada casual: junto con Azucena Villaflor y Esther Ballestrino eras
de las más luchadoras del grupo fundador de las Madres de la Plaza,
y por eso desaparecieron. Recuerdo que hasta me pediste mi número
de documento para la solicitada a fin de acompañarte con mi firma.
Tu madurez política te llevó a romper con el PC y te transformaste
en una lúcida y activa militante del ERP. Pocos saben que recuperaste
una sobrina nieta de nombre Soledad después de la desaparición
de tus sobrinos Manuel y Oscar Ponce.
Conociéndote, sé que fuiste la más luchadora y que
no esperaste nada a cambio, sólo la satisfacción ante la
vida y esa es la verdad que quiero contar en agradecimiento a todo lo
que me diste. Creo que es el mejor homenaje que puedo hacerte.
Marta Gómez, amiga (Integrante de la Comisión por la memoria,
la verdad y la justicia de Liniers, Villa Luro y Mataderos). Celular:
15 5 3851254 particular: 4 457-7840
Las
Madres, mi madre
Azucena
Villaflor de De Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y María
Eugenia Ponce de Bianco, tres madres emblemáticas son nuestras
madres, y también las madres de Néstor de De Vincenti y
de Ana Maria Careaga sobreviviente del centro clandestino, “Club
Atlético”, y de Alicia Bianco y de los 30.000 detenidos-desaparecidos.
Tres buenas mujeres, que sin proponérselo hicieron Historia, con
mayúscula. Desde el dolor se amucharon, se juntaron, se acompañaron
y empezaron a andar alrededor de la Plaza, por iniciativa de Azucena,
un 30 de abril de 1977. Las Madres siempre estuvieron un paso adelante
en la lucha por la defensa de los Derechos Humanos. Las madres de los
desaparecidos deambulaban desde el golpe del ’76 por la sede de
la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y luego en Familiares de
detenidos desaparecidos por razones políticas, pero ambas organizaciones
no podían contenerlas en todo el sentido de la palabra- y crearon
la propia, con una impronta maternal y de lucha inclaudicable. Eran épocas
en que el mismo dolor y la angustia que las movilizaba para encontrar
a los hijos, las hacía más fuertes. No eran épocas
de protagonismos, ni de mezquindades, tampoco de exposición mediática.
Las Madres realizaban una labor tenaz, pacífica, efectiva, creativa
en la denuncia y en el manejo de la información. Los liderazgos
surgían por carisma propio, como Azucena Villaflor de De Vincenti,
líder natural de las Madres – peronista, su casa en Sarandí
era uno de los puntos de reunión para discutir el día a
día del cómo seguir. Azucena era una mujer inteligente,
firme, y de una gran sensibilidad. Hay gestos que la describen en toda
su dimensión humana, como el que tuvo con Chicha Mariani –
integrante de las primeras 12 Abuelas de Plaza de Mayo-. El Secretario
de Estado de los EEUU, Cyrus Vance, estuvo el 21 de noviembre de 1977
en Argentina y fue a rendirle homenaje al general San Martín y
se encontró imprevistamente con un grupo de Madres con pañuelos
y con familiares, que de la nada, y a los gritos aparecieron con sus reclamos
y cartas de denuncia. Chicha se quedó con su denuncia en la mano,
sin poder entregarla, cuando el resto ya lo había hecho en el medio
de los apretujones. Azucena, sin demora, le arrebató la carta y
atravesó la Plaza San Martín nuevamente para entregarla
en mano a la comitiva.
Las aguerridas Esther y Mary para esas acciones concretas aportaban ideas
y experiencias de organización y militancia. Esther de Careaga,
fue un aporte importante con su experiencia de lucha y visión política,
en el grupo fundacional de las Madres. Había sido una militante
y cuadro político en el Partido Revolucionario Febrerista, de orientación
socialista en Paraguay y estaba exiliada en Argentina desde 1947. Mantuvo
sus convicciones hasta tal punto que, una vez reaparecida su hija Ana,
Esther,- las Madres la llamaban “Teresa”- eligió quedarse
para luchar junto a las Madres, porque estaba convencida de: ”Que
todos los desaparecidos son mis hijos”.
En iguales circunstancias, ¿qué otras madres hubieran hecho
lo mismo? y Esther pagó con su propia vida el seguir luchando.”
Mary Ponce , con una clara ideología de izquierda, había
estado afiliada al Partido Comunista e incluso salió de garante
a su favor en marzo del ’76 con su propiedad. Y luego rompió
con esa organización por la posición política frente
al genocidio y por haberle negado ayuda para buscar a mi hermana, aduciendo
la militancia de ella en el ERP. Durante el secuestro de Alicia, el 30
de abril de 1976, mi mamá se defendió agarrando a uno del
grupo de tareas de los pelos y les dijo a todos: “No sé cómo
no les da vergüenza acariciar a sus hijos cuando llegan a sus casas”.
Después de robar efectos personales, dinero y maniatarla junto
a su marido, se retiraron. Cerró el negocio familiar, en Mataderos,
convirtiéndose en una luchadora incansable, de tiempo completo
junto con otros familiares y luego con las Madres. Y además realizaba
desde mayo del ´77 con Niní de Belli, -quien tenía
una hija, Mariana desaparecida el 26.5.78- tareas de solidaridad concreta
y de contención con los familiares de los detenidos políticos.
Mirta Baravalle de Madres y Graciela Lois de Familiares pueden dar testimonio
de que Mary, recupera a su sobrina nieta, Soledad Ponce, de 11 meses,
secuestrada el 15 de febrero de 1977, el mismo día en que son asesinados
mis primos, Manuel Ponce y Oscar Ponce, ambos militantes del ERP. Soledad
fue dejada en la Casa Cuna por oficiales de la Policía, y restituida
el 18 de abril de 1977. Después del asesinato de Oscar, María
Laura Ponce de León, su compañera desaparece con fecha incierta.
Inés Alicia García, la mamá de Soledad, cae el 19
de mayo de 1977 con otros compañeros en Junta 1385 de la Capital
(Legajo 1632 de la Conadep). Todos continúan desaparecidos”
Los desaparecidos, inscriptos perversamente como NN - no natos, no nacidos-,
a los que se les quitó el juicio de existencia, también
pueden denominarse No Nombrados, porque existe una parte considerable
de la sociedad argentina que ha preferido y prefiere olvidar sus nombres.
Con la “reaparición” de las tres madres, se las nombra,
se las reconoce y se las recuerda. Ellas nos volvieron a juntar, a nosotros
sus hijos, y nos seguirán guiando para conseguir justicia y cárceles
a los genocidas.
Ana Bianco, hija
-----Mensaje
original-----
De: Liniers, Mataderos, Villa Luro [mailto:xlamemoria@yahoo.com.ar]
Enviado el: Viernes, 08 de Julio de 2005 10:52 a.m.
Para: Por la Memoria
Asunto: Hallaron los restos de la fundadora de las "Madres"
COMPAÑEROS:
Busqué esta nota en internet para reenviárselas por varios
motivos. Uno es la emoción que me provoca el trabajo de los antropólogos
argentinos que anónimamente trabajan con la memoria de los cuerpos
por la
memoria de nuestro país. Otro es la sensación de orgullo
que siento por
esas Madres que abrieron su corazón y fueron traicionadas por "el
ángel rubio"
en la iglesia de la Santa Cruz. Me estremece pensar cómo poco a
poco las
verdades salen a la luz. Me alegra pensar que todavía haya muchas
Madres
de Plaza de Mayo para ser testigos de este momento. Gracias a esas Madres
que
parieron dos veces a sus hijos, y que también nos parieron a nosotros,
gracias a esa lucha incansable, a ese marchar silencioso y revolucionario,
gracias a esos pañuelos blancos de pureza e identidad, es que hoy
estamos
h istórica desde nuestros barrios. El otro motivo de mi envío
es que esto
lo vivo como una bendición para las familias de esas maravillosas
mujeres.
Conocemos a Ana y a Luis Bianco, hijos de Mary Ponce y hermanos de
Alicia -aún desaparecida-. Ellos van a enterrar a su mamá
28 años después.
No tendrán las respuestas a las preguntas que quizás muchos
familiares de
desaparecidos nos hacemos, no, pero tendrán la certeza de un destino
inevitable, y un lugar donde encontrarse con el recuerdo de a quien
amaban.
Traté de ser breve pero no pude... les dejo el artículo
para que lo lean,
ha salido en todos los diarios del día de hoy. Un abrazo fuerte,
Paula
CONFIRMACION DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGIA FORENSE
Hallaron los restos de la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo
Azucena Villaflor y otras dos madres estaban desaparecidas desde 1977.
Habían sido secuestradas por Astiz. Sus cuerpos fueron encontrados
enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle.
Los cuerpos de tres mujeres desaparecidas durante la dictadura
militar
fueron hallados en la provincia de Buenos ires. Uno
es el de Azucena
Villaflor de Devicenti, primera presidente de Madres de Plaza de Mayo,
secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) por un
grupo de
tareas integrado por Alfredo Astiz.
Los otros cadáveres corresponden a Esther Ballestrino de Careaga
y a María
Eugenia Ponce de Bianco, cofundadora de Madres.
Con Villaflor, las tres fueron señaladas por Astiz
en la iglesia de la Santa Cruz, en San Cristóbal, hace 28 años.
El anuncio del hallazgo de los cuerpos se realizará hoy a las 13
en la
Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. starán
los familiares de las
m ujeres desaparecidas y miembros del Equipo Argentino de Antropología
Forense, que trabajó en la investigación.
Los tres cuerpos estaban enterrados como NN en el cementerio de General
Lavalle. Antes, habían sido encontrados en la localidad de Santa
Teresita.
Los secuestros de Azucena Villaflor, Esther Careaga y María Eugenia
Ponce
se produjeron en diciembre de 1977. El 8, al anochecer, Astiz dio la señal
para que se lanzara el operativo sobre una reunión en la iglesia.
Secuestraron
a ocho personas. Entre ellas, Careaga -de nacionalidad paraguaya- y Ponce;
también a las monjas francesas Alice Domon y Reneé Leonnie
Duquet.
A los dos días, un comando clandestino de la Armada capturaba a
Villaflor
en la esquina de su casa, en Sarandí, en una operativo con dos
Ford Falcon.
La calle donde sucedió todo (Crámer) hoy lleva su nombre.
Villaflor tenía 53
años, cuatro hijos -uno de ellos Néstor, detenido por militar
en la
Juventud Peronista- y dos nietas muy pequeñas.
Las tres mujeres fueron ingresadas a la ESMA. Específicamente,
las
tuvieron en un altillo llamado "Capuchita", donde eran depositados
los secuestrados
que mantenían en mayor secreto. Continúan desaparecidas.
Con el correr del tiempo, las monjas, Villaflor y sus compañeras
se
convirtieron en un emblema. Entre otras razones, por el modo en que fueron
secuestradas y por la participación en el episodio de Astiz.
La iglesia de la Santa Cruz, base de los padres pasionistas, se había
convertido en el centro de reunión de personas cuyos familiares
habían
sido secuestrados por la dictadura militar. Astiz se infiltró entre
ellos con
un seudónimo: "Gustavo Niño". Participó
de varios encuentros con la excusa de
que tenía un hermano desaparecido, y hasta se ganó la confianza
de alguna
de las madres.
Una mañana, temprano, varios agentes de la Marina fueron distribuidos
en
distintos puntos de la Iglesia mientras se realizaba la misa de Primera
Comunión. La orden: detener a quienes habían sido señalados
previamente
por Astiz. Así se hizo.
Víctimas de ese grupo de tareas, también desaparecieron
Angela Aguad, José
Julio Fondevilla, Eduardo Gabriel Horane, Patricia Cristina Oviedo, Raquel
Bulit y Remo Carlos Berardo.
El Equipo Argentino de Antropología Forense, que trabajó
en la
investigación, fue creado en 1984 y participó en el hallazgo
de numerosos
cuerpos de desaparecidos. Sus miembros también trabajan como peritos
y
consulto res de la Justicia en otros casos y en distintos países.
Una víctima de Astiz
Azucena Villaflor fue una víctima del más oscuro símbolo
de la represión,
el marino Alfredo Astiz, que integraba el Grupo de Tareas de la ESMA y
se
infiltró entre las primeras Madres de Plaza de Mayo. "Yo pensaba
que era
hijo de Azucena", dijo sobre Astiz Carmen Aguilar al declarar como
testigo
en esta causa, paralela a la causa ESMA. Astiz y los otros integrantes
de
su grupo de tareas fueron beneficiados en la década del 80 por
las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final. Pero en mayo del año pasado fueron
procesados por el juez federal Sergio Torres. El magistrado procesó
a
Astiz, Jorge "Tigre" Acosta, Antonio Pernías y Héctor
Febres por las
desapariciones de Alicia Domon, Angela Aguad, María Eugenia Ponce,
José Fondevilla,
Eduardo Horane, María Esther Ballestrino, Patricia Oviedo, Raquel
Bulit, Remo
Berardo, Reneé Duquet y Azucena Villaflor.
http://www.clarin.com/diario/2005/07/08/elpais/p-01401.htm
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